miércoles, 11 de noviembre de 2009

Juegos de guerra

En noviembre de 1979, el super ordenador NORAD, a cargo de las rampas de lanzamiento de los misiles nucleares, por poco no precipita un conflicto mundial. De improviso, el artefacto informó al comando de la Defensa de la aproximación de misiles soviéticos, sin embargo, un chequeo de emergencia de los radares no detectó cohete alguno en sus pantallas. Posteriormente se descubrió que la crisis la había provocado una cinta de un “juego de guerra” introducida accidentalmente en NORAD.

En la película (War games, John Badham, 1983), el fallo lo provoca un hacker adolescente, David, que confunde el programa termonuclear global del Pentágono con un videojuego y ordena al superordenador Joshua preparar el contraataque contra una imaginaria agresión soviética. Cuando David se da cuenta del error cometido, busca desesperado el auxilio del Dr Falken, el inventor de Joshua y del software de los misiles y la única persona capaz de desactivarlo. Falken vive retirado del mundo, destrozado por la muerte accidental de su hijo Joshua, en cuyo homenaje bautizó al ordenador, convertido en sosias simbólico del joven ausente. Informado de lo ocurrido, abandonará su ostracismo para devolver el ordenador al redil. El arreglo del malentendido informático en el último minuto restaura la “tranquilidad” inicial; todo ha sido una falsa alarma. La reflexión final la pone Joshua, cuando, tras ver desactivado su programa termonuclear, dice de la estrategia oficial: "Extraño juego éste en el que la única jugada ganadora consiste en no jugar”.

[Pablo Francescutti, La pantalla profética]