Detrás del mundo en que vivimos, en un fondo lejano, hay otro mundo que guarda con el real una relación similar a la que existe entre la escena teatral y la escena de la realidad, barruntada a través del arte escénico. Mediante una sutil niebla contemplamos aquel mundo nebuloso, más tenue, más etéreo y de calidades muy diversas a las de este mundo real. Muchos hombres que corporalmente viven en este mundo de la realidad no pertenecen, sin embargo, a él, sino a aquel otro lejano. El hecho de que se pierdan en la lejanía y desaparezcan casi por completo de la escena real puede explicarse tanto por razones de salud como por razones de enfermedad. Esta última era la explicación del caso de nuestro hombre, a quien, paradójicamente, llegué a conocer sin conocerlo todavía.
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[Sören Kierkegaard, Diario de un seductor]