jueves, 14 de enero de 2010

El bosque encantado

-¿Acaso es necesario ir a los extremos más alejados del mundo para descubrir sus secretos? - pensaba perezosamente-. ¿Para qué tentar la conquista de los dos polos, a costa de obstáculos que quizás son infranqueables? ¿Con qué fines? ¿Para solucionar algunos problemas de magnetismo y electricidad terrestres? ¿Vale acaso la pena que por lograr estos fines muera tanta gente? ¿No sería más útil para la Humanidad recorrer a fondo estas selvas impenetrables, desentrañar sus misterios, vencer su impasible impenetrabilidad ¿Cómo? ¿No existen en América, Asia, África y Oceanía sitios como éste, vírgenes, fértiles, dignos de ser poblados y entregados al mundo? Nadie ha arrancado aún a estos viejos árboles sus enigmas, como los antiguos lo hacían a los robles de Dodona... ¿y acaso no tenían razón los hombres de antaño, al poblar sus bosques de faunos, dríadas, ninfas y seres sobrenaturales?

Así soñaba Max Huber.


[Julio Verne, El pueblo aéreo]