sábado, 31 de octubre de 2009

El Jefe

Publicó una “Declaración de revitalización” hace unos meses en la que decía que tenía la intención de rediseñar sus actividades profesionales para volver a encontrar su entusiasmo original por el cine. Después de rodar EL JEFE DE TODO ESTO, ¿se siente revitalizado?

Acabo de cumplir los cincuenta. Es una edad en la que uno piensa en lo que no le gusta de la situación e intenta hacer algo al respecto. Decidí tener más tiempo para preparar y rodar las películas, no verme obligado a rodar constantemente porque la productora (Zentropa) necesitase películas, y al final he rodado EL JEFE DE TODO ESTO en cinco semanas. Está claro que por mucho que uno grite, no sirve de nada. Por otro lado, me gustan los problemas. Las reglas siempre son un reto. Están ahí para plantear problemas. Acabo de releer la “Declaración de revitalización”, pero me parece que será difícil cambiar algo.

Al principio de EL JEFE DE TODO ESTO, dice que es una comedia inofensiva. ¿Puede una película de Lars von Trier ser inofensiva?

Me apetecía decirlo. Hace demasiado tiempo que me critican por ser demasiado político y quizá yo mismo me criticaba... por ser demasiado correcto políticamente. Hemos rodado esta película muy deprisa. No es una película política y me divertí haciéndola, pero las buenas comedias nunca son inofensivas.

¿Le ha gustado volver a rodar en danés?

Ha sido liberador y me ha sentado de maravilla. Me sale mejor en danés. Eso no significa que me limite a hacer películas en danés, pero ha sido fantástico hacer una película pequeña con un equipo tan reducido. Era muy relajante.

Presenta la película en los festivales de Cine de Copenhague, de Donostia-San Sebastián, ¿echa de menos ir a Cannes?

Decidimos no presentar nuestra solicitud a Cannes y me alegré. Ha sido un placer ver otras películas mías en el festival en el pasado, y Gilles Jacob (ex director y actual presidente del Festival de Cannes) ha hecho mucho por mí, pero es muy agradable no estar obligado a hacer cosas que a uno no le gustan, como viajar, aguantar la presión de un festival de ese calibre. Me quedaré en Dinamarca en mayo, de lo cual me alegro mucho porque podré cuidar de mi huerto.

¿Cuándo se le ocurrió la idea de hacer una comedia?

Hace mucho que pensé en hacer una película sobre el inexistente director de una empresa, aunque al principio pensé que la rodaría otra persona. Es una vieja idea, pero escribí el guión justo antes de rodar la película.

¿Cuál es el secreto para realizar una buena comedia?

Lo mejor es hacer algo que le divierta a uno y le entretenga.

¿Cómo define el sentido del humor danés?

Es típico de los daneses morirse de risa cuando les tratan de estúpidos. Puede que se deba a que somos un país pequeño y la gente es masoquista. En “El reino” (TV), les encantaba cuando hablaban de los estúpidos daneses. Y en este caso, cuando los islandeses les gritan y les tratan de todo, están contentísimos.


En la película hay mucha tensión entre la empresa danesa y la islandesa que quiere comprarla. ¿Qué pasa entre Dinamarca e Islandia?

Bueno, hay muchos islandeses comprando grandes partes de Copenhague ahora. Durante 400 años, Islandia estuvo bajo dominio danés y los islandeses odian a los daneses por eso. Se la tienen jurada a los daneses. Hay una herida justificada causada por esos 400 años.


Es el fundador de Zentropa y el realizador. ¿Se siente como el jefe de todo?

La idea del bueno y del malo es muy útil a la hora de resolver problemas. Peter Aalbaek Jensen (de Zentropa) y yo encarnamos esta idea. Si se trata de actores y del equipo, soy el bueno, pero hay situaciones donde hago de malo y Peter es el bueno de la historia. Está muy mal visto en Dinamarca hacer de malo. Todos quieren hacer de bueno, pero es necesario tener a un malo. En el Reino Unido y en Estados Unidos abundan porque son necesarios, pero los daneses rehúyen los conflictos.


¿La película puede ser vista como una alegoría de Zentropa?

Eso mismo dijeron los actores, pero no se me había ocurrido. Al crear Zentropa, solo pensé que podíamos producir y controlar las películas que yo realizaría. Peter Aalbaek Jensen y yo somos un poco raros. Nos gusta pasarlo bien y hacer cosas extrañas. Creo que puede ser muy divertido trabajar en Zentropa, no es una productora al uso. No está motivada por una idea clara, es algo más intuitivo. No se nos ocurre pensar que los beneficios son lo más importante.


La película tiene mucho diálogo. ¿Evitó deliberadamente los gags visuales?

De niño veía muchas comedias disparatadas. Me gustaban las comedias como La fiera de mi niña o La extraña pareja, con todo el mundo hablando a la vez. Me encantan Historias de Filadelfia y El bazar de las sorpresas. Es lo que he intentado hacer, algo así. En una comedia alocada, algunos personajes tienen más información que otros. Y a esto le añadí una viñeta moral acerca de una persona que usa a un director de empresa ficticio para tratar fatal a sus empleados. Ya pasamos a otro nivel.


Ha trabajado con una nueva productora, Meta Louise Foldager, después de trabajar durante años con la misma productora, Vibeke Windelow. ¿Ha sido difícil la transición?

No, en absoluto. La preproducción ya estaba acabada cuando Meta subió a bordo. Es muy buena, pero totalmente diferente. Con Vibeke era como un matrimonio que debía acabar. Los dos creíamos saber lo que el otro pensaba antes de que hablara. Son cosas que pasan en los matrimonios. Ha sido muy bueno trabajar con Vibeke, pero quiere hacer otra cosa.


¿Qué busca en el productor ideal?

Bueno, necesito tener a un malo encima. Lo más importante es que esa persona quiera hacer la película como sea. Para EL JEFE DE TODO ESTO quería a alguien que fuese feliz con una película pequeña o grande.


¿Puede hablarnos del nuevo proceso, de “Automavision”?

Hace mucho que ruedo mis películas cámara en mano. Se debe a que soy un obseso del control y al hecho que nadie puede controlar completamente un encuadre o una imagen. En ese caso, era mejor saltarse la parte del encuadre, rodar cámara en mano y apuntar. La técnica de “Automavision” me permite realizar el encuadre, luego pulso un botón en el ordenador y obtengo una serie de posibilidades aleatorias. Ya no lo controlo yo, lo controla el ordenador.


Entregar el control de la cámara debe ser como perder una pierna. No debió tomar la decisión a la ligera.

Sí, muy a la ligera. Necesitaba encontrar una formula que encajase con la comedia. Me apreció un sistema muy refrescante. Soy un hombre plagado de ansiedades, pero hacer cosas extrañas con la cámara no está entre ellas.


¿Y qué tal ha funcionado?
Lo bueno es que da un estilo nada humano. Es un estilo libre de intenciones. Me impuse la regla de que si no me gustaban las posibilidades que me ofrecía el ordenador, las rechazaría, pero volvería a pulsar el botón. No se trataba de que fuera imposible rodar la película, sino de que no fuera un proceso preciso. Bautizamos al ordenador Anthony Dodd Mantle (en honor al director de fotografía). Al principio queríamos esconder la cámara para que los actores no la vieran y filmar a través de un cristal ciego, pero no había bastante luz. No fue posible.


¿Qué pensaron los actores del sistema?

Cualquier buen actor no tarda más de unos segundos en colocarse en el encuadre. Utilizamos un zoom para que no supieran qué tipo de objetivos usábamos, pero habría sido mejor poder esconder la cámara del todo.


¿Le parece que “Automavision” es un estilo que gustará al público?

Desde luego el público no huirá gritando despavorido. El 70% de la gente ni siquiera se dará cuenta. Está claro que no sirve para rodar animales en libertad. Solo estuvimos con el elefante un cuarto de hora y no dejamos de pulsar el maldito botón. Cada vez que me teníamos una buena toma, el elefante ya no estaba.


¿Qué busca en un actor?

Si un actor se cree capaz de controlar su papel, está equivocado. No puede controlar el montaje ni la producción. El montaje es una herramienta muy eficaz. Creo que hay que usar a los actores. Cuanto menos sepa un actor antes de rodar, mejor. Uno de mis trucos más sangrantes es rodar una escena de diversas maneras, lo que me permite tener mucho material a la hora de montar. Cuantos más trozos diferentes tenga, mejor. Para eso necesito que el actor esté dispuesto a interpretar la escena de formas muy diferentes. Puede dar pie a cierta confusión. También creo que los hombres y las mujeres son muy diferentes. Normalmente, a la hora de colaborar, las mujeres son más confiadas que los hombres, creen que usaré el material adecuadamente.


En el pasado ha dicho que le es más fácil conectar con las mujeres que con los hombres. Sin embargo, aquí trabaja con actores. ¿El jefe podría haber sido una mujer?

La parte cómica de “El Reino” recaía en los hombres. Quizá los hombres me parezcan más divertidos que las mujeres. Soy hombre y no me cuesta mucho adivinar sus intenciones.


¿Ha visto la comedia británica “The Office”?

No la he visto a propósito porque iba a rodar una película que transcurre en una oficina, pero la veré ahora. Me han dicho que está muy bien.


¿Por qué ha rodado en una oficina auténtica?

Había visto La noche, de Antonioni. Y quería que la oficina fuera un sitio muy anodino. Y lo es.


¿De verdad existe Gambini, el dramaturgo que se menciona al principio de la película?

No, no existe. Regresaba de Cannes cuando vi un camión de productos alimentarios con la palabra “Gambini” en los lados, y pensé, ¿por qué no? Pero hago referencia a Ibsen. Me pareció muy gracioso que le traten de gilipollas. Se pueden decir muchas cosas de Ibsen, pero la idea de que es un gilipollas es chocante. La película que ven es El espejo, de Tarkovski. Por cierto, es una de mis favoritas, creo que la he visto unas veinte veces.

[Entrevista realizada por Geoffrey McNab]