Al ir en busca de generalizaciones, sé muy bien que voy en contra de la tendencia de la estética y de la epistemología contemporáneas, que hacen hincapié en el fragmento. Pero lo hago a propósito. Michel Serrés - un epistemólogo al que aprecio mucho - sostiene que no hay que tener ningún miedo a la totalidad. Serrés dice, acertadamente, que solo hay que temer la solidez, es decir, que las cosas se solidifiquen, y señala que los fragmentos son cosas que, al haberse roto ya, no pueden seguir rompiéndose. Por eso son muy sólidos. Así que de entrada no podemos pasar por alto que el fragmento, de alguna manera, es ante todo la añoranza de una totalidad perdida: cada fragmento es nostálgico. Pero a continuación, debemos entender que el fragmento es lo menos fragmentario que puede haber. El fragmento es duro, no se rompe, es el resultado de una rotura que ya no se repetirá. De modo que los ensalzadores del fragmento, los «fragmentistas», estéticos o epistemológicos, se equivocan al pasar por alto que si hay algo frágil, es la generalización. La totalidad y la generalización, opuestas al fragmento, son completamente frágiles. Como bien sabemos, en cuanto intentamos generalizar algo siempre aparece un colega inteligente y un poco malicioso dispuesto a señalar algún fallo de la generalización. Pues bien, la generalización es una forma de responsabilidad, en el sentido de que invita al otro a responder.
Paolo Fabbri
Paolo Fabbri