Un uso, digamos, inocente o ingenuo del género por parte de un cineasta, supone la adopción de esquemas anecdóticos, de caracteres de los personajes, de tono de la narración, proporcionados por el género, es decir por los films que en su momento establecieron las bases de este género, o por los films que, después, re-formularon el género, haciéndolo como nacer de nuevo al modificar aquellas características. Una utilización más sofisticada del género supondría el uso de la ironía.
En la práctica ingenua subyace, aunque sea de manera inconfesada, la ilusión de que transitando los carriles del género, la relación con el eventual espectador se encuentra facilitada. La repetición que supone el género permite satisfacer las expectativas del público, estableciendo ese vínculo con el espectador. El film, como colocando su pie en la huella de los films del mismo género que lo precedieron, transitaría así un camino seguro.
Esta ilusión existe en todo film de género. En los dos de John Cassavetes (los policiales The killing of a chinese bookie y Gloria) también. Según Al Ruban, (su productor y director de fotografía): "Con The killing... estábamos completamente seguros de que íbamos a hacernos ricos, y que a todo el mundo le iba a gustar mucho el film. No fue eso lo que pasó."
Y uno puede explicarse por qué. Tomemos el night-club en el que suceden largos fragmentos del film y la curiosa manera de Cassavetes de mostrarlo. No hay un solo plano general del lugar, salvo en la secuencia diurna, cuando la camarera del bar de la esquina le pide a Cosmo que le tome una prueba como bailarina, en la que el night-club es prácticamente irreconocible. Este night-club, mostrado como Cassavetes lo muestra, difiere tanto del night-club genérico, que lógicamente descolocaba a sus espectadores, que contaban enfrentarse a la imagen previsible del film de género y que se toparon con la imagen inédita de un film nuevo.