domingo, 7 de febrero de 2010

Fire walk with me

INCERTIDUMBRE, como abrir bien los ojos en la oscuridad para luego cerrarlos bien fuerte y volverlos a abrir, cegados por los puntos plateados y centelleantes que origina la presión en las córneas, bizquear, poner los ojos en blanco y enfocar la vista para volver a quedarte ciego aunque así al menos de algún modo has visto la luz. Tal vez la luz estuviera almacenada en las cuencas o retenida en el iris o aferrada a la punta de todos los nervios y venas. Entonces vuelves a cerrar los ojos y ante los párpados aparece una luz artificial, seguramente una bombilla ¡o un soplete! ¡Joder, qué caliente está! Las pestañas y las cejas se me rizan y empiezan a derretirse, despidiendo un olor a vello quemado insoportable y a través de la transparencia roja de la luz en mis pápados veo un primer plano de células sanguíneas que se mueven al mover los ojos de un lado a otro, como en las secuencias de un documental sobre amebas y plancton, como ver formas de vida en movimiento. Fíjate si son pequeños que no los siento, mis ojos son capaces de ver cosas con MÁS claridad de la que imaginaba, es como un microscopio pero ya no importa porque me acaban de prender fuego, sí no me cabe duda, estoy ardiendo. Maldita sea.

[Kurt Cobain, Diarios]