En nuestra cultura sería absolutamente aceptable estudiar el cómic sin que fuera preciso hacer alusión alguna a las películas de dibujos animados. Pese a que en ciertos casos ambos medios de expresión han tenido puntos de encuentro, no se ha dado nunca un maridaje tan intenso como sucede entre el manga y el anime. Por ello, para comprender en su totalidad el fenómeno manga es necesario tratar el anime. Sendos medios marcan la iconografía y el impacto que la cultura japonesa proyecta internacionalmente.
La propia palabra anime, además, delimita una frontera clara que diferencia a los productos japoneses del resto de creaciones de animación. “Anime” crea en sí una categoría, pese a que el origen de este término no está claro. Para algunos se trata de un diminutivo de animêshon, que es una traducción de animation (del inglés). Para otros es galicismo, un préstamo del francés. Durante mucho tiempo también recibió el nombre de japanimation, pero entre los fans ahora es un término obsoleto, que se refiere a un tipo de producción antigua.
De todas formas, se ha de contemplar que si bien la mayoría de los anime provienen de manga, hay algunas excepciones. Esto no le resta relevancia al estudio, pues aunque el anime no derive de un manga, tiene las mismas claves narrativas que éste. En algunos casos, la fuente inspiración puede ser lo que en Japón se denomina novela ligera. Se trata de novelas ilustradas para jóvenes que suelen editarse por entregas y que en ocasiones son adaptadas al manga o al anime. Otra de las posibilidades es que el anime se base en un videojuego, en concreto en un género que recibe el nombre de aventura conversacional, porque el protagonista interactúa con el protagonista de la aventura y puede elegir entre las opciones que éste le propone. Por último también hay historias que son creadas directamente para el anime y, en ocasiones, posteriormente pueden tener su versión manga invirtiendo así el orden de los factores habitual.
Una de las características que debemos tener en cuenta a la hora de estudiar el fenómeno anime es que se tratan de producciones japonesas realizadas para los japoneses. Ése fue el punto de partida pero el éxito que tuvieron internacionalizó el mercado. Se ha de tener en cuenta un dato de gran importancia: el 70% de películas de animación a nivel internacional proviene de Japón.
Al igual que el manga, el anime trata múltiples temas y no se vincula únicamente al público infantil, aunque éste, en un principio, fue el que puso en funcionamiento la industria. El fenómeno es muy similar al que ya hemos estudiado en el manga. Se debe comprender que tanto anime como manga son un medio de expresión, un continente que ampara a diferentes manifestaciones unidas por un soporte común y, acaso, por unas normas narrativas que se fundamentan en los códigos aprendidos por el espectador para leer la obra. Pero el anime no se supedita a una temática concreta, puesto que siguiendo esa forma de narrar se puede explicar cualquier historia. Es como emplear el término cine, que no está adscrito a un género en concreto, sino que se trata de un medio en el que tiene cabida desde el documental hasta la ficción y ambas ramas se subdividen en géneros que también engendran diferentes subdivisiones.