viernes, 1 de julio de 2011

¿Qué ha querido decir?

¿Qué ha querido decir? Esta es la pregunta que me formulan más a menudo. Me siento tentado de responder: he querido hacer una película y nada más. Pero si tratan de saber por qué la hice, qué pensaba mientras la realizaba, qué quise decir, si pretenden que resuma mis razones y explique lo que es casi imposible de explicar, como lo son ciertos impulsos o intuiciones o elecciones morales y figurativas, corren el peligro de llegar a este resultado: que se les llegue a estropear la película misma.
Lo que un director de cine diga de sí mismo o de su obra no creo que ayude a comprenderla. Cuando Manzoni habla de la novela histórica, no añade nada a lo que ha sido dicho en Los novios. El camino que un director de cine recorre para realizar una película está lleno de errores, de dudas, de defectos; por eso la cosa menos natural que se le puede pedir es que hable de su obra. En lo que respecta a mí, por cierto conocimiento que tengo de mí mismo, mis palabras servirán en todo caso para precisar un particular estado de ánimo, un vago conocimiento. En una palabra: ante esa pregunta preferiría responder: sucedían tales hechos en aquel período, veía a tales personas, leía tales libros, miraba tales cuadros, amaba a X, odiaba a Y, no tenía dinero, dormía poco...
Pero el editor me pide un prólogo y no puedo negarme, aunque escribir no sea lo mío, aunque el hablar de mí me cueste.

[Michelangelo Antonioni, prólogo a Seis Guiones]