domingo, 29 de mayo de 2011

Oliver Atom fichaje estrella del Barça.

Captain Tsubasa, de Yoichi Takahashi, fue el manga deportivo más popular en Japón y parte de Europa en la década de los 80, sobre todo por su emisión en anime en la televisión. En España fue conocido como Campeones y por el nombre de sus protagonistas, Oliver Atom, el delantero, y Benji Price, el portero del equipo protagonista, el New Team. Todos estos nombres occidentalizados tienen su origen en los traductores italianos, donde llegó primero la serie de anime para saltar después a España, donde se conservaron por considerarlos menos extraños que los nombres originales. En realidad Oliver era Tsubasa Ozora y Benji, Genzo Wakabayashi. El New Team era el Nankatsu, nombre del instituto donde estudiaban los protagonistas. Este tipo de fenómenos era habitual antes de la gran proliferación del manga y el anime en occidente y algo impensable hoy en día, donde los fans exigen a los editores que los manga traducidos se conserven lo más fiel posible al original. La edición de la primera serie de manga de 37 volúmenes por parte de Ediciones Glénat se tituló Captain Tsubasa, y sólo el pequeño subtítulo de Las Aventuras de Oliver y Benji hacía referencia a los nombres con que los (entonces) chavales de los 80 recordaban aquellas historias de superación personal a través del fútbol, con partidos épicos e interminables donde el humilde equipo superaba rival tras rival hasta el triunfo final. Los personajes continuaron sus carreras como adultos en series posteriores como Captain Tsubasa: Road to 2002, en la que Oliver fichaba por el Barça y Benji por el Hamburgo en su camino previo a disputar con sus elección el Mundial de Fútbol de 2002. Por un problema de derechos con los equipos, nunca se publicó fuera de Japón.

miércoles, 25 de mayo de 2011

domingo, 22 de mayo de 2011

Mundo Nuevo

La década que abarca de 1957 a 1967 constituye el período decisivo del franquismo. El Caudillo, con su proverbial astucia, se percató de que, salvados los traidores bajíos de la política internacional, la nave patria enfilaba ya, viento en popa, los escollos de una economía desastrosa. Renovarse o morir. Había que dejarse de pamemas y echarse en brazos del sistema capitalista y de la economía de mercado. Franco se afeitó el bigotito, archivó las carpetas del proyecto autárquico y desatornilló de sus poltronas a unos cuantos ministros falangistas para sentar en ellas a jóvenes tecnócratas opusdeístas. Una bocanada de aire fresco, con ciertos efluvios a incienso, circuló por las camarillas del poder. Elegantes ministros y pulidos subsecretarios se movían con soltura con la estampa de san Ramiro de Maeztu en la billetera, junto a la foto de familia numerosa («Nos han hecho ministros», se felicitó san Josemaría Escrivá, marqués de Peralta). Los españoles que cada noche salían al balcón, muchos en camiseta, otros en pijama a rayas, a escrutar el firmamento en busca de la parpadeante lucecita del Sputnik no eran conscientes de estar doblando la bisagra de una nueva era, ni advertían que después de tres lustros de difícil equilibrio en el trampolín de la escasez, se estaban columpiando sobre el embalse del aperturismo, de la liberalización, del neocapitalismo, de la abundancia consumista, de la sociedad del confort. La zambullida nos tomó por sorpresa. En un santiamén, se abrieron las esclusas, y dos millones de trabajadores españoles se vaciaron sobre Europa, mientras cuatro, seis, ocho millones de turistas europeos en paños menores trashumaban cada verano a nuestras cálidas playas, ávidos de insolación, de paella, de sangría y de burro-taxi typical. El negocio de exportar pobres e importar ricos atascaba de divisas las arcas del Estado; por otra parte, crecían las inversiones extranjeras, aprovechando que los salarios eran bajos y no había huelgas. Había que ser muy mal nacido y radioescucha de la emisora Pirenaica para negarse a admitir que el pueblo disfrutaba de un bienestar sin precedentes. Gas butano, tresillos de skay adornados con pañitos de croché y cojines de lana, secador de pelo, batidora Turmix, frigorífico, transistores vía Ceuta o Andorra, muebles de formica y diseño nórdico, cuartos de baño con bidé en una de cada cuatro viviendas, agua caliente en una de cada dos, utilitario familiar. Del subdesarrollo pasábamos al consumismo; del desempleo, al pluriempleo. Un mundo nuevo amanecía.


[Juan Eslava Galván, Historia de España contada para escépticos]

jueves, 19 de mayo de 2011